Ingeniería
Cisternas romanas de Molacillos
En lo alto del conocido como Teso de la Mora de la localidad zamorana de Molacillos se encuentra uno de los restos de ingeniería romana más espectaculares de los que se conocen en Castilla y León.
En este lugar se localizan dos cisternas subterráneas pareadas destinadas al almacenamiento de agua. Se trata de sendos depósitos de planta rectangular y cubiertos por bóveda de cañón que están comunicados entre sí por puertas de arco de medio punto. Son aljibes para el acopio de aguas pluviales de unas dimensiones equiparables a las que se construían en las mismas fechas en núcleos urbanos por ejemplo de Andalucía, o en la soriana Uxama Argaela (Osma).
Su construcción se realizó con hormigón, el que los romanos conocían como opus caementicium, que revestían de una capa impermeable rojiza llamada opus signinum.
Los depósitos alcanzan una longitud de 10,6 m y una anchura en la base de unos 4 m, mientras que la altura es de 5,75 m. La cantidad máxima de agua que pudieron almacenar era de 211 m3 cada una de las cisternas.
Estas cisternas fueron conocidas desde siempre por los lugareños con algunas fábulas relacionadas con una mora, de ahí el nombre del lugar, con las que intentaban explicar la existencia de estas singulares estructuras. Tras varias campañas arqueológicas se pudo excavar la totalidad de los depósitos, fijar su momento de construcción en torno al cambio de era, y acondicionarlas para su visita, que es altamente recomendable por su espectacularidad y la sorpresa de encontrar unas construcciones tan impresionantes lejos de un ámbito urbano.
Parece que se usaron hasta mediados del siglo I y que su temprana construcción, uso y abandono, solo pudo estar relacionado con el ejército romano, con su avance en la conquista del noroeste peninsular, última zona por conquistar, pacificada hacia el 19 a. C. Las cisternas debieron abastecer a una guarnición militar cercana, involucrada en la conquista y pacificación de la zona durante las Guerras Cántabras, y dar servicio también al tránsito de tropas, personas y mercancías por la vía que pasaba al pie del cerro.
Ambos depósitos se encuentran hoy cubiertos y protegidos dentro de un recinto vallado, por lo que su visita requiere de solicitud previa de su apertura. Se ha instalado una escalera que permite bajar a las cisternas y así apreciar de cerca su estructura, su revestimiento impermeable y sus grandes dimensiones.
Todo ello va acompañado de varios paneles informativos que explican los datos que se conocen sobre su modo de construcción, así como sobre los detalles relacionados con su uso y cronología.