Obra Civil

Tiermes

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LA CIUDAD CELTÍBERO-ROMANA DE TIERMES,  MONTEJO DE TIERMES

Tiermes fue una gran ciudad celtibérica de la tribu de los Arévacos situada  en al suroeste de la provincia de Soria, próxima ya a las sierras del Sistema Central, que con el tiempo pasó a ser municipio romano.

La ciudad se asienta sobre un promontorio rocoso en el que la mayor parte de las estructuras descubiertas corresponden ya a los momentos de ocupación romana del enclave, si bien se han podido reconocer algunos niveles de ocupación celtibéricos. Pero sin duda las evidencias más notables de la presencia arévaca hay que buscarlas en la necrópolis de Carratiermes situada a unos 500 metros de la ciudad, en la que se han excavado las tumbas de incineración de los termantinos. Algunos de los numerosos ajuares que salieron a la luz en las excavaciones arqueológicas de este cementerio (cerámicas, armamento…) y que acompañaban a las sepulturas, pueden verse en el Museo Monográfico de Tiermes que se encuentra a la entrada al yacimiento.

A la luz de los trabajos arqueológicos sabemos también cómo eran sus viviendas; construcciones adaptadas al terreno rocoso de la meseta de arenisca de Tiermes donde construyeron habitaciones rupestres o semi rupestres en las que se protegían, en la medida de lo posible, del frío clima de la zona. Gracias a esta curiosidad constructiva han llegado a nuestros días numerosos restos de viviendas.

En una de las mesetas intermedias que conforman el núcleo, se sitúan los edificios públicos romanos, en torno al foro. Allí encontramos un templo imperial o las tiendas (tabernae). También conserva parte del acueducto que desde la vecina Sierra de Pela la surtía de agua y que al llegar a la ciudad aparece excavado en la arenisca, discurriendo subterráneo por el interior de la meseta y bajo las estructuras urbanas.

Todo ello nos muestra el auge que experimentó la ciudad en época romana que llevó a su designación como municipium en época del emperador Tiberio (14-37), lo que implicaba la plena integración de sus habitantes en el sistema imperial romano. Las instabilidades propias del siglo III d.C. llevaron a sus habitantes a construir una gruesa muralla que puede verse a la entrada del yacimiento.

Tras de la presencia romana, sabemos que Tiermes continuó habitada en época visigoda, ya que en 1993 se descubrió la necrópolis de este periodo, próxima a la ermita románica de Nuestra Señora de Tiermes que se alza en el propio yacimiento.

Estos restos pueden ser visitados con un agradable recorrido por el lugar, tanto por las terrazas del cerro, como por la llanura situada al sur. Pero la visita debe comenzar por el Museo Monográfico, que se ubica a la entrada de la ciudad, y que muestra una colección que aporta numerosa información sobre la urbe, su historia y sus principales monumentos. Se estructura en diez ámbitos que van recorriendo todos los ambientes de la vida durante la época arévaca y romana.

El itinerario por el propio yacimiento comienza en la ermita de Nuestra Señora de Tiermes, un edificio del siglo XII  con un espectacular pórtico, que cuenta con magníficos capiteles decorados con motivos geométricos, vegetales y figurados con escenas bíblicas. En su entorno se encuentra  un aparcamiento que puede servir de punto inicio del recorrido.

Desde allí, dirigiéndose hacia el sur, se encuentra el Graderío; se trata de unas plataformas a modo de gradas excavadas en la roca a las que se accede por una escalera también tallada en el sustrato rocoso. Aunque no está clara su interpretación, es evidente que facilitaban la presencia de espectadores que asistirían a algún espectáculo que se desarrollaba en la explanada que se abre delante de las gradas.

Junto a las gradas se encuentra la Puerta del Sol; es una entrada a la ciudad, también tallada en la roca, que sabemos que contaba con una puerta batiente de doble hoja posiblemente de madera. Este acceso daba paso a la zona de la ciudad que se conoce como Conjunto rupestre del sur, que está formado por las viviendas excavadas en la roca. La arenisca natural era la parte trasera de la vivienda, mientras que desde ella se prolongaban unos muros que daban la forma a las estancias. Se han documentado hasta once viviendas que se situaban en dos zonas a diferente altura que se comunicaron por una escalera. La mayoría de ellas contaban con un espacio abierto, seguramente un patio, y alguna con un piso inferior a modo de bodega. Sobre ellas se construyó con grandes sillares la muralla del siglo III.

Se han encontrado varios restos de construcciones que han sido interpretados como bloques de pisos que aglutinaban entre tres y siete alturas, con rampas entre ellas, canalizaciones, escaleras y calles peatonales; es lo que los romano llamaba una insula, propio de los habitantes urbanos que no podían permitirse casas particulares independientes (domus).

Cerca de estas viviendas se conservan los restos de un edificio que ha sido identificado como las termas, en las que se han encontrado las piscinas de agua caliente y fría, así como varios pavimentos de mosaico.

El recorrido nos lleva hasta el canal de acueducto que al llegar a la ciudad por la Puerta Oeste se bifurcaba en dos ramales para distribuirla por la urbe. El manantial del que se nutre se localiza en la cercana localidad de Pedro. La Puerta Oeste de la ciudad estaba construida en varios niveles, adaptándose al terreno, y contaba también con una puerta de doble hoja de madera.

La visita continúa avanzando y conduce hasta una gran vivienda que se conoce como Casa del Acueducto, de unos 1.800 m2. Tenía 35 habitaciones unidas por escaleras para salvar sus diferentes niveles con los que se adapta a la orografía. Ocupaba una manzana completa, estando delimitada por cuatro calles pavimentadas. Esta casa se articula en torno a un patio al que se abrían varias habitaciones, algunas de la cuales tuvieron pintura mural decorando sus paredes.

A las paredes de este edificio se adosaban las tabernae; eran diecinueve tiendas que contaban con mostrador y que se cerraban de noche con maderas que se colocaban en vertical en hendiduras del suelo. Estas tiendas formaban parte del foro, como es habitual en las ciudades romanas. En Tiermes este espacio público, que constituía el centro de la ciudad, contaba con un templo dedicado al culto imperial en una plaza porticada construida sobre una terraza artificial para nivelar el terreno.

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